CRISTO DEL DESCENDIMIENTO.
Prácticamente desde el principio en que mi amigo Marcelo
Góngora comenzó con la imponente talla del CRISTO DEL DESCENDIMIENTO, muchos días, me pasaba yo
por su cochera-taller en el Claro de San Isidoro, para charlar, reírnos de
cosas de la vida, hablar de flamenco, y, lógicamente de aquella belleza
cultural que poco a poco iba esculpiendo con ese tesón que él poseía, golpe a
golpe a ritmo de gubia.
Un día me decía: ¿ Te gusta cómo va quedando la cabeza de San
Juan? Otro día: ¿ Y el pelo de la Magdalena? ¿ Y José de Arimatea ?. Todo esto
me decía Marcelo mientras cariñosa y trabajosamente, iba tallando la figura del
Jesús descendido de la cruz. Así hasta que el espacio de la cochera se quedó
pequeño y una vez que hubo que levantar las figuras, irremediablemente tuvo que
cambiarse a un sitio idóneo para terminar la gran obra.
SAETA AL CRISTO DEL
DESCENDIMIENTO
Marcelo a Jesús
tallaba,
a sus golpes amor ponía
emoción y sentimiento;
yo fui testigo algún
día
Cristo del
Descendimiento.
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Francisco
Delgado Molina “Tato”
Semana
Santa, 2018
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